Control de precios. La ley del máximo

Cuando llevaban en una carreta a Robespierre para guillotinarlo en la Plaza de la Revolución (hoy Plaza de la Concordia) el pueblo a su paso le gritaba: “¡Ahí va el Señor Máximo. Ahora trágate el máximo!”.

La llamada “Ley del Máximo General” fue una ley aprobada durante la época del Terror bajo la influencia de Maximiliano Robespierre. Había una inflación galopante provocada por los asignados, el papel moneda creado al principio de la Revolución, y que pocos años después había perdido el 92% de su valor original. Por lo tanto Francia era un país sin moneda. La Ley estableció precios máximos para casi todo, principalmente para los artículos de primera necesidad, entre ellos el pan, que era la base de la alimentación popular. También estableció precios máximos para los salarios, los bienes y los beneficios sociales.



La acusación por la constante suba del precio de los productos de primera necesidad fue atribuida generalmente a los productores y a los comerciantes calificados de especuladores y de explotadores del pueblo.

El resultado final de los estrictos y punitivos controles fue el de siempre cuando un gobierno pretende regular la economía: mercado negro, escasez y hambre para la mayoría de los habitantes del país. Los carniceros o los panaderos que vendían por encima de los precios establecidos por el gobierno o mediante el mercado negro fueron guillotinados. Igualmente, nada cambió. Siempre había gente dispuesta a jugarse la cabeza.

La llamada “reacción thermidoriana” representó la victoria de los moderados sobre los que habían llevado la Revolución a sus extremos. Un decreto abolió la Ley del Máximo y decretó la libertad de comercio lo cual produjo una recuperación general, especialmente del comercio exterior.



El paradigmático ejemplo de la Revolución Francesa no ha sido, por supuesto, el único en la Historia. El resultado de las políticas de control de precios, sean máximos o controlados o cuidados, es el mismo: un desastre.

La existencia del control de precios comenzó hace miles de años. En la Biblia ya se solicitaba a las autoridades que mantuvieran límites en los precios de los productos a comerciar entre las diferentes tribus de Israel.



En el año 301 D.C. el emperador romano Diocleciano emitió su "Edicto sobre Precios Máximos" que regulaba prácticamente todo el comercio de bienes y servicios dentro del Imperio romano, incluyendo tarifas de transporte y salarios de soldados y jornaleros. Como no podía ser de otra manera fracasó rotundamente, provocó una inflación peor que la precedente y tuvo que renunciar terminando su vida plantando coles y hortalizas en su chacra.

Hace 3.700 años Hammurabi, rey de Babilonia, pretendió también controlar la economía estableciendo precios y salarios fijos para todos los productos y actividades imaginables, hasta los honorarios de las prostitutas. El resultado fue el de imaginar por todos: a ese precio trabajaban solamente las prostitutas más agraciadas, en tanto las más feas no tenían otro camino que cobrar por debajo del máximo fijado o morirse de hambre.

por Carlos Canta Yoy.


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